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Educar a… Alejandro, María, José, Daniela, Arantza… o sea, personas


Al comenzar la jornada cada día en la escuela, nuestras miradas se entrecruzan con las de los alumnos que asisten a ella. Una vez en el aula, el maestro hace sus mejores esfuerzos para que la actividad que planificó para el dictado de su curso de ese momento se lleve a cabo a la par que el estudiante aprenda interiorizando la lección. Luego cambia la asignatura y también el profesor y se repite la faena hasta acabar la jornada escolar diaria y todos vuelven a sus hogares.

¿Esto resume la vida escolar? No, es el resumen de uno de sus aspectos. La vida de los chicos en la escuela es mucho más variada; ellos suelen darse cuenta. Esa descripción deja de lado los acontecimientos más importantes que se juegan cotidianamente en el colegio.

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Liderazgo en la dirección educativa


Hace pocas semanas leí el excelente artículo de Eric Jackson Las 10 principales razones por las que las grandes compañías fallan al retener sus mejores talentos (Top ten reasons why large companies fail to keep their best talent).

Jackson enumera y explica diez razones que podrían resumirse así:

  • Burocracia excesiva,
  • Proyectos que son poco atractivos para los más capaces,
  • Silencio sobre el desarrollo profesional del empleado,
  • Evaluaciones de desempeño poco exigentes,
  • Cambios caprichosos de las prioridades estratégicas,
  • Falta de acompañamiento y seguimiento para mostrarle cómo se hacen las cosas
  • Poco conocimiento de sus capacidades profesionales,
  • Falta de apertura a los puntos de vista diferentes,

Y, al final, lo obvio:

  • La dirección de las personas en la organización depende de alguien concreto: el jefe. Si este falla en los puntos indicados se pierde liderazgo y ello dificulta la identificación del empleado con la organización.

Las personas que se ocupan de la dirección de una organización no deben olvidar que las demás personas que le acompañan también aprenden y que tienen sus propias necesidades y aspiraciones.

La educación es una tarea muy apasionante por todo lo que implica, especialmente por el impacto que tiene en el desarrollo de las personas. Sin embargo, no todos los que colaboran en el quehacer educativo detectan esto.

Escena de la película "Detrás de la pizarra"

Como es una tarea compleja gran parte de la responsabilidad de su dinamismo reace en los directivos de las instituciones educativas y por ello es importante conocer bien y apoyar a todos los colaboradores de la escuela, no podemos darnos el lujo de maltratarlos de algún modo.

Creo que, como dice el profesor Manuel Alcázar (PAD), una de las principales tareas de un directivo es mejorar la calidad motivacional de sus colaboradores. Hacer caso a las reflexiones de Jackson puede ser un buen comienzo.

¿Qué tal mejores padres? NYTimes

Educar y servir


En un organización encontramos una dimensión formal o institucional (figura legal, reglamentos, planes, programas, protocolos, etc.) y otra que se refiere a la parte viva de la misma, es decir, a las personas concretan que la conforman.

Pues bien, se puede decir con bastante verdad -me parece- que la Escuela (que es una organización) está hecha para ayudar a crecer a sus miembros. En orden de prioridades, están los alumnos y sus familias pero también se encuentra comprendido como beneficiario el equipo profesional y técnico involucrado (directivos, maestros, auxiliares, administrativos, etc.)

Bajo este punto de vista, hay que decir que en la Escuela no solamente «crecen» los chicos sino también los adultos. Sin embargo, tal como grafican estas escenas de los Increíbles, a veces no lo tenemos tan claro.

Un obstáculo que puede llegar a ser muy costoso (por los gastos que implica y por las inversiones que impide)  es la burocracia.

A veces me cuestiono si acaso priorizamos los procesos y procedimientos por encima de las personas beneficiarias, ¿acaso nos agotamos en complejas formas de planificación?  Cuando esto ocurre, suele pasar desapercibido uno de los aspectos fundamentales del acontecer educativo que es la relación que se establece entre el maestro y los alumnos, en vistas a la parte intangible y vital de la escuela que es el crecimiento de las capacidades de nuestros alumnos.

Si priorizamos la parte administrativa de la actividad educativa, ¿estaremos descuidando los esfuerzos por hacer más significativas las sesiones de aprendizaje?, ¿seguiremos renovando nuestras prácticas y usando bien los recursos disponibles?

No propongo prescindir de la dimensión formal de la escuela; lo que pido es no olvidar que ella está al servicio de algo más elevado, esto es, del desarrollo de las personas que la componen: el acontecimiento educativo no puede programarse/ planificarse/ determinarse completamente de antemano.

En el aula y en la escuela l@s chic@s nos desbordan y desbordan nuestros planes ya que no todos tienen las mismas disposiciones, debido a que cada uno es único y debido a que los adultos también seguimos creciendo.